viernes, 30 de marzo de 2012

HELLGATE de William A. Levey (1989)




Espero que algún día me perdonéis por estas mierdas que os traigo, porque a mí hacerlo con Elforense cada vez se me hace más difícil. Miedo me da pensar en la siguiente remesa de cine pútrido que tiene preparado... Por el momento vamos con una película tan mala que provoca rabia, indignación y un deseo irrefrenable de que se desate el Apocalipsis maya de una puñetera vez sobre nuestras cabezas. Porque os aseguro que cuando veáis Hellgate reconoceréis que nos lo hemos merecido. Este aborto fílmico pergreñado a finales de la diabólica década de los 80, lleva la firma de William A. Lavey, terrorista audiovisual que tiene en su haber cosas como La Fiebre del Patín (1979), En Washington Los Senadores Están Calientes (1977) o su apoteósico debut Blackenestein (1973). Si, la blackxploitation alcanzó a nuestro querido personaje de tornillos encefálicos y botas rockabillies, y aunque la peli es mala como un papiloma he de decir que da para unas cuantas risas. Versado en pelis de contenido erótico-casposo, nuestro amigo Lavey (no confundir con nuestro satánico favorito, este es más maligno) hizo en Hellgate su primera incursión en el cine de terror (por llamarlo de alguna manera), dando como resultado lo que todos esperaban, o nadie, ya que el nivel de trascendencia de sus películas es comparable al de un nuevo disco de Europe. Hellgate tiene una puntuación media en el IMDb de 2,6, que son 7 puntos más de los que yo le daría.

Si, eso es un rayo. Y eso un murciélago.

Si, esos son gilipollas

El argumento (me duele llamarlo así) va sobre una leyenda de esas que todo pueblo de catetos endogámicos estadounidenses tiene, acerca de una chica que está muy buena, tanto que atrae la atención de los moteros malignos y patéticos de turno que deciden secuestrarla. Haciendo gala de la inteligencia que suelen demostrar esta clase de villanos en el cine, deciden llevarla al pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista que regenta su padre, que inexplicablemente se cabrea mucho al ver a su hija en bragas y perseguida por rudos amos de la carretera. Tanto es así que se lía a hachazos con ellos, pero sin poder impedir que en la refriega su hija sexy muera empotrada contra una pared de ladrillos. Esto le crea un trauma (que lo sabes porque te lo cuentan, ya que la destreza interpretativa de los actores se asemeja a la de una maceta) que le hace odiar a todos los forasteros, convirtiéndose en una especie de Le Pen, pero de circo. Bueno, eso es redundante, en una especie de Le Pen. En estas el anciano que hace labores de mantenimiento en el pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista descubre una misteriosa piedra de brillo psicotrónico, y aquí la peli entra en una cabalgada hacia la demencia, tirando con ella lo que queda de tu salud mental (que no nos engañemos, tampoco es mucho). Porque amigos, esa piedra tiene la capacidad de lanzar un rayo (cutre, patético y bochornoso) capaz de despertar a los muertos, empezando por un murciélago del todo a 100 que supuestamente el anciano acababa de cargarse. Al recibir el rayo nuestro querido mamífero alado vuelve a impulsarse por el aire, alambres mediante. Evidentemente nuestro compungido padre decide utilizar la piedra para revivir a su hija, pero con cuidado porque sin dominio sobre ella los resucitados se transforman en horripilantes zombies-mutantes-engendros patéticos, algo que descubre al probarla sobre un pobre pez de colores y su tortuga disecada. No creáis sin embargo que volver a tener a su hija con él le cura del virus ultraderechista, ya que utiliza sus exhuberantes encantos para atraer a pobres incautos a su morada para cargárselos. Y en estas entran nuestros protagonistas, dos parejas de jóvenes subnormales, feos y con tal capacidad de cargarte los nervios que desearás que mueran desde el primer minuto, y con ellos lo que queda de tu cerebelo. De verdad, entre lo horripilante de sus actuaciones, lo estúpido de sus diálogos y lo insólito de sus decisiones, preferirás enfrentarte a pelo a una colonoscopia salvaje. Espoleados por la erección que la rubiaza le ha provocado a uno de ellos deciden dirigirse al pueblo-parque de atracciones-poblado chabolista, y lo demás, aunque lo imaginéis, tendréis que descubrirlo por vosotros mismos...

Si, eso es un pez tropical

Luego están los defectos especiales. Si no fuera porque no podrás parar de reírte sería para denunciarlo ante las Naciones Unidas. Que no te engañe la carátula, puede que los encargados de los efectos hicieran Hellraiser, pero luego se despeñaron por un acantilado, se golpearon muchas veces en la cabeza y tras sobrevivir precariamente a la caída sufrieron un ataque colectivo de idiocia. Y es que he visto mejores trabajos cuando hacía manualidades con plastilina en la EGB (lo que había antes de la LOGSE y que el mundo se resquebrajara). En definitiva, Hellgate es una película de obligado visionado (incluso no) si quieres recibir el fin del mundo con una carcajada y un herpes cerebral.

Si, ella es lo mejor de la peli. Hazme caso

Selección psicotrónica hecha por Elforense.
Comentario y sangrado retinal por Cthulhu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajajajaj , brutal mikel!!!!Elfo_Rense